Casi real

Estábamos en un área verde, no en la Universidad, adaptada para reunirnos allí, no comprendí bien qué era, al parecer una reunión entre profesores y alumnos de mi facultad para resolver algunas cosas. La distribución del lugar era común: sillas a un lado derecho e izquierdo que daban espacio para un pasillo en el medio, adelante un escenario improvisado con amplificación dispuesta. De momento era el turno del presidente de los alumnos de mi carrera y comenzó a hablar. No puedo decir con exactitud qué palabra fue, pero al instante aquellos estudiantes con bototos negros largos, sweater igualmente negro, pantalones dentro de los bototos, se pusieron de pie en menos de un posible pestañar mío. Llegaron violentamente hasta el escenario a increpar al presidente con armas, cuchillos, corta pluma y hasta un rifle. Mis nervios y los de todos se activaron. Un compañero de curso, ex – perteneciente al grupo de muchachos de bototos negros, se acercó a ellos y en susurros les explicó que la palabra utilizada había sido para que nosotras las mujeres entendamos bien lo que quería decir (discriminación), trató de reincorporarlos a sus asientos pero fue inútil. Todo fue muy rápido, aquellos cinco que ahora parecían ogros y no muchachos, no comprendieron razones. Pero, me di vuelta hacia atrás para ver cuál era el ambiente generalizado, la sorpresa fue tremenda y violenta. Me encontré con que todos los profesores estaban tomando posición de ataque hacia nosotros, los estudiantes. Algunos mostraban los dientes, y pensé en vampiros, otros ladeaban la cabeza mirándonos y buscando un ángulo para atacar. Sus ojos eran deformes, de sus bocas se derramaba saliva compulsivamente y el terror me inundó. La histeria se apoderó de la masa, nos encontramos atrapados, ya casi muertos. Yo sólo pensaba en arrancar de allí y fue cuando mentalmente recorrí el lugar para visualizar por dónde salir. Miré a todos lados y no había espacio para invitar a nadie más a mi escapatoria. Mis pies se volvieron veloces y corría sin detenerme, esquivé alumnos, sillas y a profesores metamorfoseados. De pronto me di cuenta que corría en círculo pasando cada ciertos segundos por unos mismos árboles. Me detuve y lo vi. No estaba sólo, lo acompañaba alguien a quien no conozco, era mujer, eran amigos. Seguí en mi carrera por arrancar de los monstruos y de él, obviamente pensé en las pocas y nada de ganas que él tenía de verme, cuando de pronto lo siento correr tras mío, tratando de alcanzarme. Me detuvo con un fuerte y brusco abrazo, el más protector y cálido de todos. No nos soltábamos, yo ya no tenía miedo y casi había olvidado que corría para salvar mi vida, me tomó de las dos manos y nos dimos vueltas muy rápidamente, sentí que con esa velocidad casi éramos fugacidad en el aire. Paramos y me preguntó por qué corría tan de prisa, le expliqué sin darle el valor real al asunto, cambiamos de tema inmediatamente, me volvió a preguntar: -¿Y por qué no paraste cuando me viste?- le expliqué la verdad de lo que pensaba, que no querría verme, me lo negó con cariño, y me explicó que éramos amigos y deseaba estar conmigo, luego abrió espacio para presentarme a su amiga, no recuerdo su nombre. Los monstruos desaparecieron y de un brinco me levanté por el ruido del despertador, estaba soñando.