Eres tú

Es ella cómplice de esto que se va formando. Es la noche la que nos cubre y es mi culpa. Es el frío, es la lluvia. Son los árboles con su viento sur. Son nuestros cuerpos que se desean, los que centímetro a centímetro parecen necesitarse.
Es la edad que tuve y que no sostuve. La adolescencia esa que llaman y que no viví. Es el tiempo que no fue mio. Por eso digo que es mi culpa.
Porque es mi café perfecto cuando la luna nos alumbra. Mi sombra cuando sale el sol. Quien me sostiene cuando estoy a punto de caer, es mi equilibrio en mi torpe y desequilibrado cuerpo.
No me gustan sus manos. Son sus manos las que me gustan cuando me recorren. Son sus besos los que nunca probé que ahora me enloquecen. Su olor impregnado en cada partícula que lo conforma. El cuerpo que nunca soñé, es su cuerpo. Son sus brazos, su pecho y sus ojos. Sus pestañas. Son sus ojos.
Hay tanto que quiere contarme. Son sus palabras. Sus términos y su lenguaje que me descolocan. Son las historias familiares. Es la vida. Es la sonrisa y la palabra.
Eres tú.
Tú.

Nosotros

jamás nos mirábamos de frente

Trozos


Lo inexplorado
Todo tenía un aspecto familiar, las frases en aquellos murales, las puertas, el olor, el piso, eran los mismos. Debía avanzar por los pasillos desconocidos, necesitaba un paso firme que no tenía. Las escaleras eran más, las puertas no ayudaban y los colores desorientaban mi estadía. El gran monstruo esperaba por mí al final del pasillo, el frío calaba mis huesos paso tras paso, me miró, se sonrió y desde entonces nos vemos a diario entre cuatro paredes y sesenta ojos que aúllan juventud inquietante.


Trueque
Yo prometí que a cambio de todo eso sería fiel. Entonces supe que hay cosas que verdaderamente resultan más difíciles, aunque lo intentemos más de una vez, hasta que descansamos los brazos, pensamos en ello y nos juramos que esta vez si haremos todo lo posible…hay veces en las que el trueque resulta de una complejidad indiscutible.

Segundos
Existe un tiempo indeterminado, sé que son segundos, en los que me transformo. Yo no quisiera ser yo y luego me pregunto qué pasó. Es un aprofu que se apodera primero de mi mente y luego de mis intestinos. Me somete a su voluntad, me atrapa, me utiliza, soy su medio, y se deshace de mí. Quedo sola, destruida y con malestar doloroso que me hace temblar desde adentro.

Recógeme
Corrí lo más fuerte que mi cuerpo me permitió. No estaba arrancando, estoy segura de que no. Lo hacía para cansarme, para arrancarme toda la rabia que ya no cabía en mí. Llegué al puerto, miré las olas tan inmensas y supe que no tenía sentido. Me alejé despacio y los segundos me acariciaban. No había encontrado nada, pero de algo estaba segura: no volvería a correr jamás en mi vida, ya me encontré y me acepté.