Milímetros

Siempre me había imaginado de otra forma que no fuera esta, de hecho me parece haber gastado más de la mita de mi tiempo pensándome en otra, contigo.
La ciudad oscurecía de a poco, como pasa en los días de verano, y las luces se comenzaban a encender. Caminábamos sin decir nada, dejando espacio para el ladrido de los perros, los autos, el cierre de algunas ventanas y el camión de la basura que avanzaba muy lento, casi tan lento como nosotros. Se sujetó la chaqueta con ambas manos abrazándose, diciendo:
-Hace un poco de frío-
Le respondí abrochando mi chaleco, uno tan común que lograba esconderme un poco más. Seguíamos caminando, la calle estaba sucia, era el término de un día. Esquivando un envase de bebida le dije:
-Siempre te quise-
Él me miró de reojo constantemente por unos segundos inmensamente largos, los más largos de esa noche que me preparaban para lo peor y así fue:
-Yo no- me respondió
Hice un arrebatado y casi nefasto esfuerzo por no detenerme allí mismo, mirarlo a la cara y exigirle un por qué, pero seguíamos caminando hacia la nada, o al menos eso pensaba yo. No sé cuánto tiempo más pasó cuando me dijo:
-Me tardé tiempo en quererte-
Llegábamos a la plaza cerca de la estación de trenes, había un carrito con una señora que casi gritaba maní, llena de jóvenes, imaginé que no era precisamente maní lo que provocaba semejante revuelo. Me tomó de la mano para llevarme diagonalmente por la calle, la cruzamos y me soltó.
-Ahora te amo- le dije en un tono que nadie más que él escuchó.
Sentí que sus pasos se volvieron más lentos, quería detenerse, pero no lo hizo, ninguno de los dos quería dramatismo en esto. Caminamos hasta donde habían tres bancos y en lo solitario nos sentamos con la distancia de dos conocidos que no necesitan contacto. Allí nos quedamos mirando hacia fuera. En una ocasión llegó una pareja, se sentaron frente a nosotros, ella era poco más alta y muy hermosa, él también. Llevaban las manos entrecruzadas y se besaban cada vez que lo sentían. Casi se transformó en un espectáculo que no quería ver, pero ya estaba allí, contigo. Se fueron luego de un rato demasiado largo. Me pregunté qué habrán pensado de nosotros, la respuesta era obvia, nada, estaban demasiado ocupados.
De pronto sentí un leve movimiento torpe a mi lado, estabas de pie frente a mi:
-¿Crees que yo no te amo?
Le miré por primera vez en toda la noche a los ojos:
-Hace un rato aún te costaba saber qué sentías por mi-le dije
Se sentó nuevamente y dijo:
-No entiendes…te amo desde que me di cuenta que estabas ahí, siempre ahí-
Le iba a interrumpir pero siguió
-Y cuando digo que te amo es claramente a mi manera, tu me entiendes…si, porque siempre lo haces, te acuerdas cuando me escribías mail, desde ahí sé lo bien que me entiendes.
Me hablaba y era cómo estar vagando por sus pensamientos. Lo de los mail era una tontera de ejemplo. Por supuesto era yo quien los enviaba, y construía diálogos entre él y yo. Él decía que yo le adivinaba los pensamientos. Eso era mentira, yo quería creer eso.
Estamos tan separados conversando, que cualquiera podría decir que hablaba cada uno por su lado. Pero no me importaba lo que alguien pudiera pensar. Aún distantes le dije:
-Hubiera sido bueno escuchar eso antes-
Se volvió a poner de pie, me miró y me dijo:
-No te amé desde siempre, pero lo hago como si fuera así.
Mi corazón casi explota quise abrazarlo, besarlo y el nudo en mi pecho era cada vez más grande. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar de regreso. La calle estaba limpia, me di cuenta que no sabía qué hora era (seguramente más tarde de lo normal) y no quería saberlo. Sentí frío en mi mano, me la había soltado, o quizás yo a él. Caminamos sin decir nada, de pronto nos mirábamos y bastaba. Llegamos a la estación de trenes y el carro de maní ya no estaba, pero en su lugar había una multitud de jóvenes, eran a lo menos doce. Sentí miedo y lo agarré del brazo, él me dio la mano y así pasamos por allí. Escuché algunas palabras que no entendí pero se dirigían a nosotros.
Segundos después me dijo:
-Crees que estaremos juntos más adelante…algún día
-Sólo me gustaría que así fuera-le respondí
Quise olvidarme de todo, de las malas circunstancias que nos dejaron así, de que venía un futuro, y de que en ese futuro justamente no aparecíamos nosotros. Sólo dejé en mi mente la idea de que íbamos los dos, de la mano como cualquier pareja que se ama. La calle se volvió cada vez más estrecha y todo parecía más pequeño frente a nosotros. Le estreché la mano fuertemente, tenía miedo a que esto fuera una más de las fantásticas realidades de mi mente, pero reaccionó y me devolvió el gesto con su mirada. Llegamos a la esquina de San Vicente con Emilia Tellez, esa que fue testigo de encuentros programados, de risas inesperadas, de conversaciones desagradables, y en este momento de una separación inevitable. Era terrible no poder mirarte a la cara por miedo a una lágrima, supe que sufrías al igual que yo, lo sentí. Soltamos nuestras entrelazadas y casi inseparables manos, nos miramos, parecía que memorizábamos cada milímetro de nuestras caras, y por fin dijimos adiós.
-Cuídate-me dijiste con un grito que no era necesario
Me di vuelta y levanté mi manó:
-Tu igual-te dije en susurros

3 comentarios:

Veju dijo...

Me encantó cómo expones la situación...es un relato cercano (para mi) =)
Un gustazo leer tus cosillas
Y me gusta el nombre, refleja la parte que me gustó:
"nos sentamos con la distancia de dos conocidos que no necesitan contacto"

Wau


un besote

Nisskapizca dijo...

O.O

me encantó...

es q me encantó... es tan.... nosé. bueno. con esa sensación extraña de abandono (en el sentido de abandono de sentidos exagerados)y buen relato.

un abrazo. (apretado para q te deskicies)

=)

José Agustín Solórzano dijo...

Hola extraña, primero que nada gracias por el comentario que dejaste en mi blog y aquí me tienes leyendo por acá. Si pudiera ponerle color a este relato no escogería el gris, ni el marillo, no el azul si acaso más bien escogería un color violeta,no sé, así yo siento la melancolía, la despedida y al final del relato empieza la lenta carrera del olvido, del largo olvido de dos cuerpos que alguna vez estuvieron juntos.

saludos desde México y espero que nos sigamos paseando por nuestros respectivos espacios virtuales.